domingo, 7 de junio de 2015

LA PALOMA BLANCA.

Una paloma blanca, como una perla de coral, en una isla desierta en el mar, se detiene a descansar. Sus alas cansadas de tanto volar, las moja con las olas del mar.
Ante sus ojos cansados se extiende una playa desierta, de esplendida belleza.
Debajo de un arbusto se detiene a descansar. Pasa un tiempo y el silencio llena todo el lugar. De pronto se escucha un lamento. En el silencio alguien llama:
- Alguien que me ayude - se escucha a lo lejos.
La paloma remonta su vuelo, siguiendo la llamada escuchada a lo lejos.
Entre el follaje del lugar se encontraba un castillo sacado de un cuento de hadas. Por una ventana cubierta de fuertes barrotes penetra la paloma, asustada por el lugar.
A mitad de la habitación, una joven inclinada sobre una mesa, llora sin cesar.
La joven levanta su rostro y mira con asombro a la paloma blanca, sobre su mano posada.
- ¿Qué regalo es este que a mis manos ha llegado? ¿Estoy soñando?
- Dulce joven de ojos azules como el color del mar, no es un sueño. Despierta de tu mal pesar.  Ya no estás sola. He escuchado tu lamento y a tu lado me encuentro.
La joven observa a la paloma, acaricia sus alas, y le cuenta su historia. Ya hace un tiempo fue traída a la isla y encerrada en ese castillo. Una noche oscura, manos siniestras la alejaron de su hogar. Abandonada a su suerte, la dejaron en este lugar.
No sabe la joven la razón de su desventura. Tan sólo era dama de compañía de una princesa en un lejano país.
Ambas desde niñas jugaban y todo compartían. Más tarde todo se confiaban. Eran una y otra cómplices de promesas de amor. Un día alguien vio en esta unión inocente de dos jóvenes confidentes, amenazas sin sentido alguno y la maldad de separarlas fue la decisión final.
Tanto la princesa como su dama, desde sus castillos no dejaban de llorar.
- Mi dulce Princesa! No te veré nunca más.
- No sufras bella dama, yo remontare ese mar, y tu mensaje le hare llegar: Tu amiga te espera cada día mirando desde su balcón.
La paloma ya recuperada remonta su vuelo. Pasan los días. Son Infinitos.
Al tiempo, en el mar se divisa un velero, y a su proa, una paloma blanca lo guía con su vuelo al velero.
Rompiendo las olas del mar, llegan a la playa, y entre el espeso bosque una comitiva se abre paso.
Una princesa, con la paloma en su mano llega al castillo.  Fuertes soldados derriban la puerta y una sombra se acerca desde el interior del castillo. Su nombre la princesa pronuncia:
- Amapola. Amapola querida.
Desde el interior se escucha una débil pronunciación:
- ¿Princesa Rosabel, eres tú en verdad?
Ya juntas caminan, y en su mano llevan la bella paloma blanca. Regresan juntas,  todo se aclara.
Los celos mal intencionados de su lado se apartan y con justicia vence la lealtad.
En un bello trono de coral, descansa la paloma, es la reina del lugar. De vez en cuando remonta su vuelo, y cansada, retorna a su hogar.
Dos jóvenes risueñas la esperan al atardecer, acarician sus alas, y dormida ya entre sus manos posan su cuerpo en el trono de coral.

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