Todos lo
sabemos, nuestros defectos, el ser humano es irracional, cruel, infiel,
traicionero, envidioso y codicioso, eso todos lo sabemos, es por eso tal vez
que muchas veces escondemos algunas de esas des virtudes para no lastimar a los
demás.
Encerramos
esos demonios para que nadie los vea, pero eso no quiere decir que no estén
ahí. Hasta el más perfecto de los ángeles puede caer en la más densa
oscuridad.
Eso fue lo
que hace mucho aprendí, tal vez por eso es que dudo cuando esta condición nuestra
se muestra sin nuestro consentimiento y nos acusa. Después de todo uno nunca
sabe cuándo ese demonio pueda salir.
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Me dicen que
mañana van a hacer el juicio del crimen que según ellos cometí. Dicen que me
darán el castigo que me merezco, que de aquí solo me espera la muerte.
Esa noche
fue larga. Los sentimientos complejos hacían que todo dejara de tener sentido.
Una especie de canario asustado en una jaula. Esa era la imagen que debí dar en
ese momento. Por supuesto que era triste, pero las lágrimas no salían por
alguna extraña razón.
Aquel juez
gordo de fría mirada me miro como presa en un matadero, eso me decía que mi
credibilidad sería un cuento de hadas o por lo menos eso presentí.
- ¿Por qué
lo hiciste?, ¿qué razones tenías para matarlo? - Le preguntaron a mi
ignorancia.
- No sé
nada, no sé de qué se me acusa, ¿quién es esa persona? - Fue lo que yo le pregunte a la pared.
Fue entonces,
cuando ninguno de los dos bandos recibía respuestas que se rindieron. Y me
mandaron otra vez a aquel oscuro lugar. Mi sentencia ya estaba decidida desde
un principio, la muerte.
Aquella vez,
me encontré a mí misma, en un rincón, sin el más mínimo grado de esperanza. Todo
había pasado tan rápido que ni siquiera lo atribuía como una realidad. Aquello
tal vez era una pesadilla y ya estaba a punto de despertar.
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Nos
escondimos ahí, tal vez porque mi subconsciente añoraba recordar físicamente
aquel cariño maternal con el que siempre me trató. Tener un consuelo, sentir
algo de lo que me dejó y lo que más tarde perdí. Pero solo he descubierto que
mi corazón esta tan vacío como este lugar.
Alguien
llega, me asomo:
- No salgas-
me dijo aquel que junto a mí me apretaba la mano con fuerza.
-Volveré
pronto- le dije, dándole un beso en su frente.
No es que
supiera que esa persona no me deseaba mal o algo así, y menos que me daría la
inesperada noticia de que creía en mí, que solo quería ayudarme. Yo solo quería
salir de todo esto lo más rápido posible.
-Ese hombre
me dijo que viene ayudarnos- fue lo único que pude decir a aquellos ojos que
solo veían por mí y que ahora, sellando un largo abrazo, se mostraban feliz.
Yo no creía
en nada, me limitaba a una falsa sonrisa, para calmar su corazón.
Aquel juicio
fue más largo de lo que creí, uno tras otro pasaban testigos que conocía y
otros que nunca había visto, algunos planteaban mi inocencia con testimonios
firmes de mi buena conducta y buen temple. Decían:
- Esta
muchacha es tan buena trabajadora, tan competente. Sería una perdida para la
sociedad.
Cosas así. Que
me hacían plantearme quien era yo en realidad. Hasta me pareció cómica la
pregunta del fiscal:
- Buscamos
una asesina o una buena trabajadora.
Por supuesto
también hubo aquellos que no perdieron oportunidad para calumniarme por
envidias del pasado u otras cosas insignificantes. Hubo una vecina que afirmaba
que de niña me vió disecando unas ranas indicando mi carácter psicopático y
obrador del diablo, cuando solo se trataba de un proyecto de ciencia que
debía entregar.
Tampoco
perdieron tiempo en decir sobre mi personalidad solitaria, y lo extraño de que
en toda mi vida solo hubiera tenido un amigo. Cosa que yo encontré lo más
normal del mundo viendo que de las personas a mi alrededor él era el único que
me hablaba y quería.
El carácter
posesivo de mi madre me hizo ser como soy, obviando lo cariñoso y maternal de
su ser, conmigo y lo demás .Este juicio era una mentira. Ya me había dado cuenta
desde la primera palabra y por eso que no me sorprendí cuando el hombre que me
había prometido tanto había dado el golpe de gracia a mi destino.
Una mano
agarro la mía con fuerza, pidiendo que no me fuera, que no me llevaran,
suplicando por mi inocencia. Pero esa mano fue apartada de mí sin yo poder
evitarlo.
- Fe, dónde
fuiste? - Me preguntó.
Mi corazón
palpitaba fuerte. Sin poder evitar el pánico me agarre a mí misma en el
centro del infierno, y aferrando lo único que me quedaba en posición fetal baje
la cabeza. Alguien llegó y alzo la cabeza una vez más para mirarle a la cara al
culpable de mi miseria.
Aquel hombre
se disculpa y trata de justificarse. No escucho ni la mitad de las palabras
para decir que me lo esperaba, que no engañaba a nadie más que a él mismo. Guarda
silencio sintiéndose contrariado.
Pido un
favor, que me dejara ver a esa persona por última vez, pero el hombre no dice
nada. No promete nada, solo asiente y se va.
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Él está
aquí, me mira en silencio con una mezcla de tristeza y dolor, se sienta
tranquilamente a mi lado. Desde que tengo memoria siempre estuvo ahí,
siempre mi amigo y la persona que amo.
Sus ojos me
siguen en la inmensa oscuridad como dos lumbres que me guían a él. Pido algo
egoísta y me abraza. Actúo como el que ya no tiene que perder y le digo que le
amo. Que siempre lo he hecho.
Hago algo
que creía imposible y me asomo ante su rostro, a plantarle un beso que
significa todo aquello que pronto perdería, uno que se lleva todo de mí, un
adiós vacío y lleno de lágrimas. Él me acepta, pero su voz no me confirma nada,
oigo un sollozo y percibo un llanto de quien no soy dueña.
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Yo tengo
miedo, lo confieso. Miedo de ser aquella que todos dicen. Miedo a llorar sin
merecerlo. Miedo a la muerte.
Es hora de
irse y nuestros cuerpos no quieren separarse. Violentamente nuestras manos se
separan hasta que al fin se sueltan. A él lo alejan y yo me quedo ahí sentada
extendiendo mi mano una vez más fuera de las rejas, con una gota de esperanza
que se ve mermada casi al momento.
Otra vez en
el silencio. Otra vez en el medio de la celda me quedo sola. Tengo miedo y me
contengo de llorar porque tal vez no me lo merezco.
En un vacío
del que nadie aspira duermo tranquila…tal vez no despierte.
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